En Vysoká u Příbrami, un pueblo pequeño que se encuentra escondido entre los bosques de las montañas Brdy, encontró su hogar para más de veinte años el genio de la música checa Antonín Dvořák (1841 -1904).
El conde JUDr. Václav Kounic, propietario de las tierras de Vysoká, el cuñado de Dvořák, dejó construir en el año 1878 cerca del bosque un palacete con un amplio parque y lagos, lo que hoy es el Museo de Antonín Dvořák.
El compositor visitaba este lugar com mucha frecuencia y venía como huésped de los Kounic. Se alojaba en la casa del conserje que está situada en un lado extreno del coto.
En el año 1884, tras un gran éxito que tuvo en Inglaterra, compró de su cuñado una parcela con un granero el cual en breve tiempo convirtió en un lugar acogedor (la villa Rusalka). Allí se dedicó a los labores en el jardín, criaba las palomas y componía con mucho entusiasmo.
Con el paisaje de esta región está estrechamente unido el periodo de la culminación creativa de obra compositora de Dvořák. Empezando por el Cuartet F mayor de octubre del año 1881 hasta la ópera Armida del julio 1903, empezó o acabó más de treinta obras nuevas y muchas composiciones anteriores modificó o retocó. De la óperas más destacadas podemos nombrar Dimitrij, Jakobín, El diablo y Káča, Rusalka y Armida, el oratorio de Santa Ludmila, cantata La camisa de bodas, Requiem, symfonía núm. 7 d moll y núm. 8 G dur, la segunda sesión de Danzas Eslavas, oberturas Dónde se encuentra mi tierra, En la naturaleya y Carnaval, Humorística, los cuentos simfónicos El hada Polednice, El torno de hilar de oro, La palomita, El canto de los héroes…
Vysoká era un lugar que ayudó mucho a despertar la fantasía creativa de Dvořák. El propio Antonín Dvořák escribe en las cartas a sus amigos: „aquí me siento realmente feliz“.